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HISTORIA

Inicialmente los mayas y los aztecas fueron los primeros en cultivar cacao para su consumo. Comúnmente preparaban una bebida llamada “chocolatl”, que consistía en la mezcla de granos de cacao tostados y Molidos, agua, maíz y ciertas especias. Los aztecas consideraban que esta bebida poseía propiedades afrodisiacas, y se consumía principalmente en ceremonias importantes, como las bodas. Los aztecas tenían la creencia que el árbol de cacao tenía un origen divino.

El cacao fue uno de los primeros cultivos introducidos por los españoles en la isla, en los tiempos iniciales de la colonización; y algunos aseguran que se daba silvestre en nuestras fértiles tierras y, aunque su importancia económica como cultivo comercial, comparado con la caña de azúcar o el tabaco fue menor, el cacao ocupó un lugar principal en la alimentación tradicional en Cuba hasta el siglo XIX durante el cual el chocolate compartió la preferencia con el café, hasta ser desplazado por este y es innegable su importancia en la historia y la cultura nacional.

Puede afirmarse que su introducción se produjo durante la primera mitad del siglo XVI, cuando la incipiente colonia experimentó un breve período de florecimiento que, además de la búsqueda de oro y la explotación ganadera intensiva, incluyó el desarrollo de una diversificada agricultura de subsistencia.

Algunas hipótesis plantean que el cacao fue introducido por los españoles en 1540 desde México, y sembrado por primera vez en la finca “Mi Cuba “en Cabaiguan, en el centro del país (versión repetida por otros especialistas del cacao del Ministerio de la Agricultura); mientras otros apuntan a su
introducción por los franceses en la zona de “Ti Arriba “en Oriente: De las primeras ha sido imposible encontrar evidencias documentales y contra las segundas abundan las referencias en la literatura.

Después de 1959, con el triunfo de la Revolución Cubana, se dio un notable impulso a las exigencias de diversificación agrícola que venían planteándose de siglos anteriores; y el cacao se incluyó en los nuevos planes de desarrollo. Instituciones del gobierno revolucionario se dieron a la tarea de estimular el rescate de plantaciones cacaoteras en la región oriental, con la entrega de posturas, fertilizantes, productos para el tratamiento de enfermedades, etc.

Además, teniendo en cuenta que hasta esa fecha el “desconocimiento de las más elementales prácticas de atención de la planta” y del procesamiento de los frutos había incidido en los bajos rendimientos, se planteó la superación de los trabajadores que enfrentarían los nuevos retos.

Así como se publicaron diversas obras de corte técnico en función de cubrir la necesidad de preparar un personal capaz de llevar a cabo la transformación técnica y social del campo; entre las que se encuentran algunas destinadas a preparar técnicos medio y obreros calificados en el cultivo del cacao.

También desde entonces se ha formado la experimentación, tanto en la obtención de variedades clonales más resistentes a enfermedades de mayor importancia económica que disminuyan las pérdidas de las cosechas y de mayor calidad, como en la esfera del aprovechamiento de otros derivados del cacao.